Hay momentos para todo en la vida.
Cuando eres un niño y tomas leche de mamá, encuentras allí los componentes necesarios que tu cuerpo necesita para garantizar un crecimiento sano y balanceado que además permite un desarrollo apropiado del sistema inmunológico.
Cuando crecemos, la historia cambia. Naturalmente nuestro cuerpo no necesita de la leche, la consumimos por costumbre o porque nos agrada el sabor. Quitarla de la dieta quizá no es la solución, porque vas a extrañarla y después consumirás el doble, te sugerimos medir su consumo y reducirlo poco a poco.
Según un estudio de la universidad de Harvard, el consumo de leche aumenta el riesgo de cáncer de próstata y cáncer de ovario, por los altos niveles de grasas saturadas y químicos que contiene. Otros efectos se hacen presentes para personas con intolerancia a la lactosa, creando molestias y dolor.
Por fortuna, hay alimentos diferentes en los que puedes encontrar el calcio que la leche posee, como lo son las semillas y los granos.
Para sustituir la leche animal te sugerimos probar las derivadas de alimentos, como lo son la de almendras, de coco, avena, soya, arroz, entre otros, todo depende de tus gustos. Los sabores varían al igual que el nivel calórico. Prueba las leches con sabores naturales o variados, algunos ofrecen vainilla u otras frutas.
Cambia tu dieta sin afanes, dale tiempo a tu organismo de que se habitúe a los cambios y disfruta de una vida más sana.