China, tras los pasos de la luna

Dicen que a principios de los años 60 alguien preguntó a von Braun qué pensaba encontrar cuando llegase a la Luna. “Rusos”, respondió. Hoy, la misma pregunta podría encontrarse una respuesta diferente: “Chinos”

Y es que China acaba de hacer público su intención de intentar un desembarco en la Luna hacia 2030. El programa espacial chino resulta impresionante, más aún cuando se está llevando a cabo apoyándose exclusivamente en sus propios medios, sin apenas cooperación internacional. En particular, han conseguido grandes éxitos en la exploración de la Luna mediante sondas automáticas. La última, la Chang’e 3, llegó allí en diciembre de 2013. Hacía treinta y siete años que nadie lo conseguía.

La Chang’e 3 depositó en la Luna el “Yutu” o “Conejo de jade”, un pequeño vehículo autónomo que recorrió unas cuantas decenas de metros, transmitiendo fotografías y analizando el terreno. Aunque un fallo mecánico lo inmovilizó durante su segundo día lunar (42 días terrestres) las comunicaciones se mantuvieron durante dos años y medio: un auténtico récord para un vehículo en un entorno tan hostil.

La Agencia Espacial China ya está modificando ese rover con la intención de lanzarlo el año próximo. La operación supone retos insólitos, puesto que el terreno de la cara oculta, casi desprovisto de grandes llanuras, es mucho más abrupto.

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