COLABORACIÓN
Mi historia en el futbol; anécdotas del medio retrasado u ofensivo de Cebollitas FC

Chihuahua.- (Por Eduardo García Fuyivara, el medio retrasado del equipo Cebollitas FC de Chihuahua, que busca una oportunidad en el soccer de Aguascalientes) Poco después de hacer mi Primera Comunión me invitaron:por primera vez a un equipo de fútbol: Pumitas Junior. Pésimo nombre y pésimo equipo. Era el último de la tabla y tenía muy pocos goles a favor en los dos torneos que jugaba: uno de fútbol rápido y otro de once. En ese equipo jugaba José Luis y Mundito, un defensa bastante chistoso que nunca cruzaba el mediocampo porque no lo dejaba el entrenador.

A velocidad

Comencé de volante creativo, que en ese entonces llamábamos “el medio”. Antes de mi primer juego, mi padrino dijo algo muy importante para mí: “Por cada gol que hagas, te voy a regalar quince pesos”. Eso lo cambió todo, metí cuatro… No voy a mentir, nunca he sido malo para jugar a la pelota y espero que a nadie le moleste que diga esto, porque no debería, realmente no fui nada relevante ni diferente a muchas personas. Fui el típico jugador con talento que nunca llegó a nada.

Esa temporada terminamos en los últimos lugares de la tabla y, con cuarenta y dos goles, fui el goleador histórico de la liga del fútbol rápido infantil. Eso equivalió a seiscientos treinta pesos de mi padrino. Pero a pesar de las buenas ganancias no entendí mucho sobre el deporte, ¿de qué sirvieron los goles si nunca gané nada?

Túnel

Los de sexto de primaria. Siempre los de sexto contra los de cuarto. Yo en cuarto. Y los de sexto, siempre violentos y más en esa primaria. Una primaria difícil. Bastante. Muchos alumnos ya para la prepa habían sido asesinados y algunos otros capturados por sus crímenes violentos. Allí nació mi arrogancia y perspicacia. Allí, contra los de sexto, aprendí a hacer el túnel.

el mismo que está con el comisionado de seguridad

Las asistencias

Lamentablemente yo tenía un padre lo suficientemente amenazador para poder blindarme contra los cholos. Y digo lamentablemente porque uno de mis mejores amigos no tenía ese blindaje. Alejandro era un rarámuri que era maltratado por los demás niños. Todos los días, junto a su papá, caminaba muchísimo para llegar a una escuela en donde lo insultaban y, mientras jugaba fútbol, lo pateaban sin compasión.

Alejandro era divino, su virtud era divina. A él nadie lo paraba, con patadas o con insultos, nadie lo paraba. Alejandro nunca se detenía, siempre llegaba a línea de fondo y me daba un pase frente al portero que yo anotaba sin compasión. Y yo le correspondía del mismo modo. Alejandro me enseñó que lo importante no es ganar sino compartir la pelota. Esa es la única alegría que puede dar ese deporte a un par de niños tan pobres.

Continuará…

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