La escalada diplomática y militar entre Estados Unidos y Corea del Norte respecto a la amenaza nuclear del país asiático ha eclipsado durante los últimos meses otra de sus potentes armas: las agresiones cibernéticas. Con un ejército de más de 6.000 hackers distribuidos por todo el mundo, el Gobierno de Kim Jong-un ha robado millones de dólares y atacado a empresas y administraciones públicas enemigas, según revela este lunes una investigación del diario The New York Times.
El año pasado trataron de robar 1.000 millones de dólares de la Reserva Federal de Nueva York. Solo se llevaron 81 millones por un error ortográfico que alertó a las autoridades durante el hackeo. En mayo colapsaron cientos de miles de ordenadores en numerosos países e incluso congelaron durante horas la red del Servicio Nacional de Salud británico a través del ciberataque WannaCry. Su hazaña más famosa ocurrió en 2014, cuando los norcoreanos atacaron a Sony Pictures Entertainment, la gigante productora de Hollywood, para evitar el estreno de una película satírica hacia el régimen. Aunque los esfuerzos sirvieron para retrasarla, The Interview llegó a la gran pantalla y se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión
Con su programa de ciberataques, Corea del Norte busca mostrar su poderío más allá de la amenaza nuclear. Pero también es una fuente de financiación, poniendo a bancos como objetivo principal de sus incursiones ilegales en la Red. Han penetrado las cuentas de bancos en Filipinas, Bangladesh y Vietnam, e infectado los sistemas informáticos de bancos centrales como el de México, Venezuela o Brasil. En mayo, el virus ransonware (cibersecuestro) WannaCry, creado por los hackers de Kim, afectó a 300.000 dispositivos, incluidos los de grandes empresas multinacionales, a los que pedía pagar 300 euros si no querían ver su información comprometida.
“Las operaciones de ciberseguridad son una extensión de la estrategia nacional de Corea del Norte. Durante tiempos de paz, permitirán al país continuar interfiriendo el statu quo sin riesgo de recibir castigo o reprimenda. Durante tiempos de guerra, las operaciones fijarán el objetivo en EU y Corea del Sur para debilitar sus Ejércitos”, afirma en su último informe el experto Victor Cha, el director de estudios sobre Corea en el Center for Strategic and International Studies, uno de los centros de pensamiento más prestigiosos de Washington.