Difunden audio desgarrador de centro de internamiento para hijos de inmigrantes

Si las primeras imágenes de los niños separados de sus padres, inmigrantes, al llegar a la a Estados Unidos le “partieron el corazón” a la ex primera dama republicana, Laura Bush, el sonido de su llanto perseguirá por mucho tiempo a quien lo escuche. ProPublica, una ONG dedicada al periodismo de investigación, acaba de divulgar una grabación de sonido de casi ocho minutos de uno de los centros de internamiento de menores puestos en marcha por la Administración Trump en la que se oye perfectamente el llanto desesperado de los niños. La banda sonora de los campos de Trump, donde miles de niños pequeños lloran entre extraños, separados de sus familias, desorientados.

Algunos son tan pequeños que sólo aciertan a decir “papá” o “mamá”. “No quiero que me separen de mi papá, no quiero que lo deporten”, dice otro. Las cuidadoras les hablan en castellano, haciendo oír sus voces sobre un murmullo de lloros inconsolables. Los guardianes, hombres, bromean. “Bueno, aquí tenemos una orquesta…”, dice uno. “Faltaba el maestro, a ver…”, añade, como intentando hacer reír a los niños. Otra, una niña de seis años, insiste en llamar a su tía en El Salvador para que se la lleve a casa después de comer, mientras un niño más pequeño se queda casi sin respiración gritando “papá, papá”. Al final la niña salvadoreña logra que una representante consular la deje llamar a su familia. Se sabía de memoria el número. “Mi mami, después que me venga a traer mi tía, va a venir lo más pronto posible para irme con ella”, dice.

La Administración Trump se ha mostrado impasible a las críticas suscitadas por su política de ‘tolerancia cero’ con la inmigración ilegal, una medida con vocación disuasoria que se traduce en la separación de las familias tan pronto llegan al país. En lugar de tratar los hechos como una falta administrativa, el gobierno estadounidense ha empezado a presentar cargos contra todas las personas que crucen ilegalmente la frontera. Mientras los padres esperan la resolución del juicio, los niños son llevados a centros de menores, también en el caso de demandantes de asilo que se considera que van a tener derecho a protección.

El centro más grande acoge unos 1.500 niños y se encuentra en el sur de Texas, en un antiguo supermercado Walmart. En otro, en McAllen, en el mismo estado, se ha repartido mediante jaulas gigantes a los niños, las niñas, los cabeza de familia solos y las madres autorizadas a estar con su familia; duermen en finos colchones en el suelo, tapados con mantas de aluminio para emergencias. La Administración Trump se prepara para acoger más niños y está montando un campamento con tiendas en el desierto, en Tornillo, al oeste de Texas. De allí los llevan albergues o familias de acogida, a veces a miles de kilómetros. Han empezado a denunciarse casos de personas que han sido deportadas a sus países de origen sin sus hijos.

Más de 2.000 niños han sido separados de sus padres desde el pasado mes de abril. Algunos republicanos se han sumado a las críticas de los demócratas sobre esta práctica, que la Administración Trump atribuye a una norma aprobada en el 2008 pero que ninguno de los posteriores gobiernos la había aplicado de ese modo. “Nosotros no hemos creado este problema. Somos la primera Administración que ha dado el paso de intentar arreglarlo”, dijo ayer Sarah Sanders, portavoz del presidente estadounidense, llamando a los demócratas a pactar una reforma migratoria. A pesar de las críticas de su partido, de los líderes religiosos, de medios de comunicación conservadores y hasta de su esposa, Trump insiste en defender esta política que tiene a los niños de padres inmigrantes como rehenes del juego político de la Casa Blanca.

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