Las criptomonedas, un pulso al sistema financiero

Las monedas virtuales comienzan a hacerse un hueco en la actualidad. Muchos han oído hablar de ellas, algunos las utilizan, pero su complejidad y el hecho de no poder tocarlas hacen que pocos conozcan su funcionamiento y se genere cierta desconfianza entre la población.

Según el Banco de México (Banxico), un 0,15% de las operaciones de compraventa de activos que se cierra a través de internet se lleva a cabo con alguna criptomoneda, entre las que sobresale el bitcoin, si bien figuran también otras menos conocidas, como el ripple, el ethereum, el litecoin y el peercoin. Algunos cálculos elevan a 800.000 el número de mexicanos que las utiliza o ha recurrido a ellas en alguna ocasión.

¿Para qué sirven? Sus aplicaciones son múltiples y crecen, aunque por ahora están poco extendidas: van desde comprar una vivienda o una televisión a jugar en casinos online, dado que algunos ya aceptan los bitcoin y otras criptomonedas. Muchos creen que estamos justo en el inicio de esta forma de pago.

«Hasta ahora, los activos virtuales no han tenido en México una penetración relevante. Sin embargo, el Banco de México desea advertir al público respecto de los riesgos inherentes a la adquisición de estos activos y a su uso como sucedáneos de los medios de pago convencionales», ha alertado recientemente la institución.

Las ventajas de las criptomonedas son, al mismo tiempo, sus principales puntos débiles. Este tipo de activos operan como una moneda virtual —se pueden intercambiar y operar como una divisa—, pero no están controladas por los gobiernos y las instituciones financieras.

La consecuencia es que su valor presenta grandes altibajos. Basta con mostrar un ejemplo: en el primer trimestre de 2019, el bitcoin marcó un mínimo de 3.359 dólares por unidad y un máximo de 4.113 dólares, o sea, una diferencia del 22,4%. En mayo de 2018 se había aproximado a los 10.000 dólares.

Para algunos expertos, las criptomonedas están más cerca de ser una materia prima que una divisa. Se puede comparar con el oro: su precio no está ligado a la evolución de la economía de un país y su valor real depende de la oferta y la demanda a la hora de convertir determinados gramos de ese metal precioso —o moneda virtual, en el caso de este artículo— en un bien tangible.

Al igual que con la plata o los diamantes, también existe la posibilidad de introducir nuevas unidades en circulación. Se trata de un proceso conocido como minado de criptomonedas, a través del cual estas se verifican y se amplía el número de monedas disponibles. De otro modo, el precio podría dispararse si la demanda sube a mucha mayor velocidad que la oferta.

Las criptomonedas están descentralizadas: no hay un mercado oficial y se pueden operar en todo momento. Cada movimiento queda registrado en un libro digital denominado cadena de bloques (blockchain en inglés), que no está al alcance de los gobiernos ni de los bancos centrales, que ven esta situación con recelo. «Existe un alto riesgo de fraude», han subrayado el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de España, que las asocian con una posible estafa piramidal y creen que facilita la propagación de la economía sumergida.

Sus defensores abogan por ellas porque esquivan el sistema: permiten no depender de las entidades financieras a la hora de realizar una transacción (algo que sucede, por ejemplo, al usar una tarjeta de crédito) y alejan el control del Estado en cada movimiento.

El Banco de México acaba de separar las criptomonedas del sistema financiero y, en la práctica, las empresas que quieran trabajar con ellas deberán pedir una autorización. Además, tendrán que especificar las medidas que toman para evitar el riesgo para los usuarios y concretar cuál es su modelo de negocio. La Asociación Blockchain MX lamenta que las medidas tomadas por Banxico supondrán un retraso para el país.

Comprar y vender servicios y productos con más agilidad; financiar las necesidades de una empresa; esquivar el control del Estado y saltarse a la banca tradicional, y reducir los costes de las transacciones son algunas de las ventajas de las criptomonedas. Volatilidad, falta de control público y complejidad en su funcionamiento son las dudas que presenta una fórmula que empieza a despegar y que plantea toda una revolución en las relaciones comerciales y financieras del planeta.

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