La crisis de consumo de opioides, sobre todo en Estados Unidos, podría agravarse por la fabricación y circulación de otras drogas sintéticas, con las que los cárteles buscan incrementar la dependencia de los consumidores y obtener más ganancias, como el “tranq”, también conocido como “droga zombie”.
Hay problemas de sustancias más allá del fentanilo, que ha trascendido más a un tema político entre los gobiernos de Estados Unidos y México, y la muestra es dicha droga sintética que utiliza como precursor fundamental la xilozina, un medicamento de uso veterinario que potencia el efecto del fentanilo, la cocaína y la heroína.
Lo importante sobre la xilozina es que no está recomendada para uso humano y es utilizada como un analgésico o sedante con el que deprime el sistema nervioso central de animales de la talla hasta de caballos. De esta forma, la mezcla tiene consecuencias que provocan que la piel se pudra, por lo que también ha sido calificada como “droga zombie”.
El “tranq” dispara la euforia y el ánimo de las personas que la consumen, debido a la fusión con diferentes opioides, en su mayoría en estado líquido. Así, los efectos se producen al consumir la sustancia tomada, fumada, inyectada o inhalada.
La adicción a esta sustancia ya causa preocupación en algunos estados de los Estados Unidos, pues las sobredosis se han convertido en un problema común en Filadelfia, donde la mayoría de las dosis que se comercializan tienen xilozina.
Sin embargo, hasta en 50 estados de la Unión Americana ya se encuentra esta droga, de la que también serían responsables de su tráfico y distribución los principales cárteles del país, Cártel de Sinaloa y Cártel Jalisco Nueva Generación.