CON tremenda puntada salió Adriana Terrazas al decir que la reforma judicial podría pasar a la siguiente legislatura. Sin duda la presidenta Congreso hace gala de su magistral manejo político del chantaje. Algo quiere pero todavía no sabemos qué, qué quiere Adriana.
El que ya sabemos qué quiere, es el diputado Bazán, voraz dicen por ahí, pues no conforme con acomodar a su esposa Lizzeth Porras con licenciatura en un puesto que requiere mínimo maestría, y con no muchas aptitudes para dirigir la Dirección de Derechos Humanos e Igualdad de Género, ahora quiere más plazas para la gente con la que pacta.
De Piñón, dicen que a lo mejor hasta le anda tirando a una magistratura de las cuatro vacantes, como ‘externo oxigenador’, amulando a los becados Gabriel Sepúlveda y Jorge Ramírez, o por lo menos un puesto picudo en el TSJ que no le han cumplido. Le urge algo, pues su partido lo bajó de la reelección.
Georgina Zapata tampoco disimula sus ganas de una magistratura, pues cuenta con un doctorado honoris causa por la misma institución que le otorgó la misma distinción a Laura Bozzo.
Francisco Sánchez, otro de los que no dejan llegar la tan ansiada mayoría calificada en el Congreso para que pase la reforma, acomodó a su esposa como secretaria de sala en el Tribunal, a pesar de que se le identifica con el grupo de las Luchas Castros, hasta una vez el diputado Pichú lo balconeó en tribuna. Tampoco sabemos qué pide el Diablito Show, quien sabe bien vender su voto.
PASAN y pasan los años y el órgano electoral, el INE, no puede organizar un verdadero debate, sigue con el formato en donde no hay confrontación directa y libre, donde no se contrastan puntos entre los participantes como sí pasa en debates de otros países en donde incluso las y los candidatos están en mesas redondas.
En México se le llama “debate” a ese sistema de exposición de discursos y slogans, en donde se repiten lo que las y los candidatos proponen en sus campañas en medios y redes sociales, pero que deja a los ciudadanos con ganas de posicionamientos bravos ante temas claves.
Por ejemplo no pudimos ver a postura clara de Sheinbaum, Xóchitl y Máynez, respecto del matrimonio igualitario, del combate al crimen, salud y educación entre otras. En formato no se prestó y vaya que faltaron personajes como El Bronco y el mismo López Obrador, para ponerle sabor. Faltan dos debates y el primero se trató de nada.
HABLANDO del debate, pues el Instituto Nacional Electoral invitó a los tarahuaramas a presenciarlo, pero les hicieron el feo. El mismo fue explicado en diversas lenguas, pero no al rarámuri, lo que causó molestia entre varios sectores de la ciudad.
Muchos observaron como las ideas de las candidatas Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, así como el candidato Jorge Álvarez se difundían entre las personas hablantes de lenguas indígenas, pero el rarámuri, que es hablado por aproximadamente 86 mil tarahumaras, nomás les hicieron feo.
Haber si en el segundo debate que se realizará el 28 de abril en los Estudios Churubusco, podría cambiar algo.
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