PARA nadie es un secreto que las políticas culturales en el estado y la ciudad de Chihuahua, han sido solo un accesorio para adornar discursos y simular la atención a una necesidad que está consagrada en la propia declaración universal de los derechos humanos. Desde la creación del ICHICULT en 1992 bajo la administración de Francisco Barrio y la del Instituto Municipal de Cultura en la de José Reyes Baeza en el 2001, estas instituciones han sido objeto del pillaje de los múltiples funcionarios que se han aprovechado de las arcas públicas para realizar todo tipo de fechorías.
Basta con recordar los atentados patrimoniales que se hicieron en las administraciones de Patricio Martínez García, donde destruyó la mitad del centro histórico (Hotel Apolo, cines, Barrio San Pedro) en pro de una modernización que no ha llegado , o los excesos cometidos por el olvidado artista Fermín Gutiérrez y sus sillones de quinientos mil pesos. Estas y otras atrocidades se quedan cortas ante el secuestro que el grupo de los Gaudinis, encabezados por Alejandra Enríquez, han realizado en los últimos siete años. Enríquez ha sido capaz de tejer una fina red que le ha permitido colocar a sus alfiles en todos los frentes, coptando la política cultural del estado y el municipio para beneficio de su grupo político.
ALEJANDRA Enríquez fue uno de los nombramientos más señalados cuando María Eugenia Campos asumió la Presidencia Municipal en el año 2014. Su inexistente experiencia en el entorno cultural provocó incluso un movimiento de los artistas y creadores que se manifestaron en contra de nombrar a una abogada en un cargo como ese. Las voces se fueron acallando poco a poco, pues Alejandra Enríquez comenzó a mostrar resultados como la creación del Fondo Municipal de Artistas y Creadores (FOMAC), la reglamentación de un programa editorial, la remodelación de los museos municipales y dos emisiones del festival de la ciudad FICUU, donde trajo a artistas taquilleros para asegurar eventos mediáticamente exitosos.
En su primera etapa al frente del Instituto, Enríquez fue medianamente cautelosa; pues por un lado se rodeó de personas conocidas en el medio cultural para coordinar proyectos, pero su círculo más cercano estaba integrado por amigos y familiares. En su primer mandato las subdirecciones estuvieron a cargo de sus amigos Iván Cruz Estrada (Administración), Brenda Quiñones (Proyectos Especiales) -esposa del entonces Regidor y actualmente Diputado Alfredo Chávez-, Fernando Templeton, Flor Navarro Pastrana (Coordinación del Teatro de la ciudad) – Cuñada de Enríquez- , Mariana Reyes Nogueira (Comunicación Social) y Raúl Grajeda (Logística). En esta primera etapa, Alejandra Enríquez comenzó a dar signos de lo que sería su estilo de “administrar la cultura”, pues además de las jugosas compensaciones que tenía a sus colaboradores más cercanos, también les brindaba la mayor cantidad de apoyos para realizar viajes a Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey, so pretexto de realizar gestiones para traer grandes espectáculos o bajar recursos de la federación que no se vieron reflejadas en su ejercicio.
Aprovechó su relación con Minerva Correa- Regidora de la comisión de cultura e integrante del grupo de los Gaudinis antes de su fragmentación- para realizar varias reformas a los estatutos del Instituto en 2018 y 2017, en las cuales se derogaban la necesidad de que el titular de Cultura tuviera grado universitario y maestría como mínimo para ocupar el cargo. Años mas tarde, cuando logró poner a su cuñada Flor Navarro como Regidora de la Comisión de Cultura, derogó más de 10 artículos del acuerdo de creación del Instituto, de los cuales rescatamos, el 4 Fracción IX, en el que da al Instituto la atribución para arrendar los espacios culturales de la ciudad, así como el artículo 4 en el que brindaba las facilidades a la directora para poder poner un Consejo de Cultura a modo.
El segundo período, luego de la reelección de Maru Campos, fue el parangón para que Alejandra Enríquez pudiera sentar las bases de su red de complicidades que ya se había estado gestando años antes. Se fue deshaciendo poco a poco de los personajes que le eran incómodos y fue comprando voluntades, tales como la de su primer Secretario Técnico Gustavo Macedo a quien le dio los contratos de publicidad de las emisiones del FICUU 2017 y 2018, lo hizo miembro del Consejo Editorial y posteriormente Miembro del Consejo de Cultura; Gabriela Andrade Raigoza, jefa del área de compras y pareja sentimental de la titular del negocio Luna Publicidad, que realiza todos los artículos promocionales, uniformes y souvenirs del Instituto, quien dicho sea de paso, es la actual administradora del Instituto.
Hacia el cierre de su administración en el Municipio, Alejandra Enríquez le había dado trabajo a más de 47 personas de su grupo político, quienes estuvieron trabajando en las campañas de reelección y en la de la gubernatura a quienes les obligó a doblar turnos para alcanzar los objetivos de la campaña.
Al realizar un análisis de las políticas culturales de Enríquez al frente de la institución, podemos ver que su estrategia ha ido siempre en dos sentidos: por un lado, muestra una aparente cercanía con la comunidad cultural con programas como el FOMAC y realizando eventos de entretenimiento. Y por el otro, encumbra en los grandes puestos a personas sin perfil, pero con una gran lealtad a su persona. Esto le permitió ascender a la Secretaría de Cultura, que luego de un brillante juego mediático de amenazar con desaparecerla, fue colocada como titular al frente de ese organismo.
LLEGAN a Ciudad Juárez los elementos militares que prometieron para reforzar la seguridad pública de esta frontera. Según esto, es un centenar de uniformados.
Las autoridades de seguridad tomaron café y decidieron hacer ese despliegue ya que los más de 20 asesinatos en 48 horas, los pusieron a pensar.
A pesar ello, otro militares se van de la frontera más violenta de México, y otros llegan a cada rato, y la violencia no cesa.
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