¡Se armaron los poetazos!

Chihuahua.- Unos armaron un programa de lectura de poesía del 2 al 9 de octubre bajo el nombre de Encuentro nacional de poesía Enrique Servín, para conmemorar el primer año de su partida; otros se quejaron de no haber sido incluidos, y de que la invitación corrió solo para unos cuantos, amigos de los organizadores, otros se burlaron y muchos más preguntaron por qué mejor no pedir justicia por el asesinato que aprovecharse del nombre para exhibirse leyendo unos poemitas

Desde el anuncio del programa, este 26 de septiembre, los organizadores fueron tajantes al decir que “ya estamos todos los que somos y somos todos los que estamos”, ni tardos ni perezosos alguien les contestó que no, que “ni son todos los que están, ni están todos los que son. Siempre es así”.

Pero ahí no quedó todo porque otro escritor, y además editor, les dijo así abiertamente que “como en todos los programas y en las antologías, aquí sobran algunos y faltan… También falto yo, no fui convocado”, dijo luego de dar una larga lista de nombres de poetas que él consideraba merecían estar más en el cartel, donde igual compartían espacio renombrados poetas que noveles escribientes.

Otro más, desde algún punto fuera de la ciudad, agradecía irónicamente el que “no me hayan incluido”, y de paso develó la forma en que se concretó la programación “cumplí en tiempo y en forma con lo que se me pidió, y ni así me avisaron siquiera por qué no entré a su homenaje muy merecido, pero el espíritu del maestro Enrique Servín lamentará el que no me hayan avisado”.

“El homenaje era innecesario, en todo caso que ya detengan al o los asesinos”, aprovechó alguien más pedir, al mismo tiempo que reprochó el estado en el que se encuentra aquel memorial de color blanco con forma de obelisco, que fue colocado en enero de este año como una forma de homenajear al escritor asesinado, a quien imaginó “pasando delante de su obelisco de lona, que ya está vencido, dando alguna sugerencia y pensando que qué gacho, que nada más para eso les alcanzó, y pues sí”.

A pesar de que el programa para el homenaje lo integra larga lista de participantes, más de 60, otra escritora local dijo que era una lástima que faltaran tantos porque “dentro de esos y esas ausentes están los que verdaderamente eran grandes amigos de Enrique”, mientras que otros amigos, los organizadores se quejaban amargamente en redes sociales de que “denostar el trabajo de los demás sin conocerlo nos lleva a cometer terribles equivocaciones. ¡Que decepción!”.

Menos decepcionado otro incipiente autor que en lugar e reconocer un poco de la verdad que encierran los reclamos, sobre todo en cuanto a que no se abrió una convocatoria libre, se burló de las quejas y propuso que “deberían legitimar ante la academia el berrinche literario. Dar becas, juegos florales y demás”, y otra persona le siguió el juego, al proponer “al menos tres categorías: 1.-No me gané la beca por envidias. 2.-Ese señor premiado nos está robando el aire y 3.- No me invitaron al Encuentro, pero van a ver cuando me gane el Nobel”.

Y mientras los poetas se avientan sus frases matonas, metáforas y oxímoros en las redes, y la familia convoca a colocar una placa llevando flores y veladoras como parte de las actividades por su segundo aniversario luctuoso, allá frente a Palacio, junto a la Cruz de Clavos, casi se cae el obelisco que la familia y amigos le dedicaron al hombre de las letras, que seguramente si viviera no vería con buenos ojos el tremendo lio que se traen en su nombre.

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