Por esta razón nunca tomes vino en vaso de plástico

Disfrutar de un buen vino, no sólo depende de éste en sí, sino del recipiente que elijamos para beberlo, pues al verterlo despertaremos aromas, podremos apreciar su color y ello impactará en nuestra experiencia de sabor.

Es por eso que elegir la copa ideal para cada tipo de vino es tan importante –ya sea tinto, blanco o espumoso–así como, el material del que estará hecha.

Para ello, conocedores descartan utilizar vasos o copas de plástico para servir el vino pues no habrá el mismo juego de aromas, colores y se moficará el sabor… a menos que nos encontremos en una alberca, donde este material nos ayudará a evitar accidentes.

Son las copas, ese instrumento que ha estado en la mesa desde tiempos remotos, las elegidas para disfrutar del vino, pues su forma y materiales: vidrio o cristal –los más comunes– impactan en la experiencia de beberlo, pero ¿cuál es la diferencia?

Las copas de cristal están hechas de un material microporoso que genera adherencia, por lo que ‘las piernas’ o escurrimientos son más visibles.  Son brillantes y su transparencia es impecable. La capacidad de refracción de este material permite entregarse por completo a la experiencia visual.

Su material, más delgado y fino -aunque ligeramente más pesado que el vidrio- acumula por más tiempo las aromas del vino.

Además, en caso de caer o golpearse sólo se fractura una parte de la copa, por lo que son menos peligrosas.

En cambio, las copas de vidrio son lisas y el vino no tiene tanta adherencia en las paredes del cáliz, por lo que observar el fenómeno antes mencionado será más complicado. Son más gruesas debido a que no contienen plomo, material que influye en que no se conserve la temperatura del vino.

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